Una tarde, de un día sin igual, te encontré. Encontré la más bella persona que pudo mis ojos contemplar, esa eras tú. Con tus ojos verdes, tu pelo castaño, tu cara como la de un niño pequeño, una sonrisa hermosa que me enloqueció al verte.
Esa tarde contemple como nos llamaban para ir a clase y, ¿cuál fue mi sorpresa? Era la de tenerte en mi clase, y justo a mi lado.
Cuando me senté en esa silla verde, incomoda a veces, mi corazón latía fuertemente, sentía como si el corazón se me iba. Estabas a mi izquierda, justo a un centímetro de ti a un solo y pequeño paso; era tan cerca tu cercanía que hasta podía oler esa deliciosa fragancia, que al olerla me hipnotizaba.
Hacía solo un año que te conocía, pero para mí en un año llegue a sentir que tú eras mi vida, y no quería perderte por nada del mundo; si te pasabas algo yo me moría, te amaba, mi corazón me lo decía.
Ese día, el primer día de clase, mi vida empezó a cambiar.
Era tanta mi suerte que cuando no entendías algo, era a mí a la persona que le pedías ayuda, me sentía más feliz que nunca, cuando de pedírselo a otros que eran más listos era a mí a la que le decías: ayúdame, por favor.
Ya había pasado, casi medio curso, cuando me pediste dar una vuelta, fuera del horario escolar, ese día fue maravilloso; yo no me atrevía casi ni a hablarte, el miedo me consumía cada vez que lo intentaba; pero ese día no sé de donde saque las fuerzas para decirte que sí.
A los dos días, era un sábado, quedamos en un parque a solas, fue una tarde maravillosa, jugamos a las cartas, en concreto al juego del UNO, casi siempre me ganaba, pero a mí no me importaba, solo me importaba estar a su lado, contemplando su hermosa sonrisa, picara a veces me vuelve loca. Después, ya tarde, me dijo si dábamos una vuelta en bus, yo le dije que sí y fuimos…….
No hay comentarios:
Publicar un comentario